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Articles by Alyson Kieda

Cuenta tus bendiciones

Cuando era niña, me encantaba el himno «Bendiciones cuántas tienes ya». La canción anima al combatido por la adversidad a contar cuántas bendiciones Dios le ha mandado. Años más tarde, cuando mi esposo estaba desanimado, solía pedirme que le cantara esa simple canción. Entonces, yo lo ayudaba a contar sus bendiciones. Al hacerlo, dejaba de centrarse en sus luchas y dudas, y enfocaba sus pensamientos en Dios y en sus razones para estar agradecido.

Un tributo y recordatorio

Tras la inesperada muerte de su padre, Aaron le regaló a su madre una foto enmarcada de decenas de objetos que resumían la vida de su padre: coleccionables, fotos, rocas, libros, obras de arte y más, cada cosa con un significado especial. Pasó días recolectando los objetos y organizándolos, y luego su hermana Rachel tomó la foto. El regalo era un homenaje visual a su padre, quien a pesar de su lucha de décadas con el autodesprecio y la adicción, siempre dejó claro su amor por ellos. También atestiguaba del amor de Dios y el poder milagroso de la curación que llevó a su padre a triunfar sobre la adicción en la última década de su vida.

El arca perdida

Durante un campamento de su iglesia, el pastor Jeff fue a pasear con mi hijo, quien lo llevó por un sendero hasta la capilla al aire libre. ¡De repente, se encontraron con el arca del pacto! Claro, no era el arca real, sino una réplica tamaño natural que mi esposo había comenzado hacía años y que mi hijo había terminado recientemente como sorpresa.

Talentos y dones dados por Dios

En una conmovedora función del musical Pilgrim, Leisa estaba parada frente a una sección especial para sordos, y mediante el lenguaje de señas, interpretó expresivamente la presentación. El musical, basado en el libro de Bunyan, El progreso del peregrino, fue profundamente conmovedor, pero también lo fue la interpretación de Leisa.

Ve y cuenta

A Elliot le apasiona contarles a otros de Jesús. Durante una semana que pasó enseñando de 2 Timoteo a líderes de iglesia en un país asiático, les recordó la despedida de Pablo a Timoteo. Los instó a no avergonzarse de la buena noticia, sino abrazar el sufrimiento y la persecución por causa del evangelio, como hizo Pablo (1:8-9). Poco después, Elliot se enteró de que la evangelización y la conversión al cristianismo se habían prohibido en ese país. Preocupado por el bienestar de esos líderes, oró para que perseveraran y siguieran proclamando el evangelio con valentía y urgencia.

Imítenme

Mientras su padre lanzaba el sedal al lago, Tomás, de dos años, lo imitaba con su propia caña de pescar de juguete. Más tarde, intentó imitar el ejemplo de su padre de devolver los peces al agua, sumergiendo la caña y «atrapando» malezas. Después de cada «captura», Tomás las sostenía para que su padre las admirara antes de devolverlas al lago.

Un Pablo actual

La vida de George Verwer cambió enormemente cuando aceptó a Jesús como Salvador en una cruzada de Billy Graham en 1957. Poco después de su conversión, fundó Operación Movilización, y en 1963, la misión envió 2.000 misioneros a Europa; una de las organizaciones misioneras más grandes del siglo xx. Para 2023, cuando George murió, la misión tenía más de 3.000 misioneros trabajando en 147 países, y otras casi 300 organizaciones misioneras se habían establecido como resultado de ella.

El amor de nuestro Padre

Carla se paró junto a la ventana, con su bolso preparado y esperando ansiosa que llegara su papá. Pero, mientras el día brillante se iba oscureciendo hasta hacerse de noche, su entusiasmo se esfumó. Se dio cuenta de que él no iba a venir… de nuevo.

Aldehuela de Belén

Phillips Brooks escribió la letra del preciado villancico Oh, aldehuela de Belén después de visitar ese lugar. Tan conmovido con su experiencia, les escribió a sus alumnos de escuela dominical: «Recuerdo […] la Nochebuena, parado en la antigua iglesia de Belén, cerca del lugar donde Jesús nació, cuando hora tras hora se escuchaban espléndidos himnos de alabanza a Dios, cómo una y otra vez me parecía oír voces […] que se contaban unas a otras sobre la “noche maravillosa” del nacimiento del Salvador».

La fe de una abuela

Estábamos sentados a la mesa, cuando mi nieto de nueve años dijo sonriendo: «Soy igual a la abuela. ¡Me encanta leer!». Me alegró el corazón. Pensé en el año anterior, cuando él había estado enfermo y sin poder ir a la escuela. Después de que dormía una larga siesta, nos sentábamos uno al lado del otro a leer. Yo estaba feliz de transmitirle el legado del amor a los libros que yo había recibido de mi madre.