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Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica (1 Corintios 10:23).

Tan pronto como los niños aprenden a expresarse, una de las primeras palabras que escuchamos de sus labios son: «Quiero». Al crecer, el deseo de placer personal, satisfacción personal o avance personal no disminuye; de hecho, se incrementa de muchas maneras. Cuando esta «necesidades» se administran dentro de los límites de lo que es correcto y bueno, todo está bien. Pero ¿qué sucede cuando nos salimos de los límites de la protección de Dios y exigimos lo que queremos, sin importar las consecuencias? El deseo sin una guía puede ser peligroso; particularmente, cuando se trata del área de la sexualidad humana. Deseo: el diseño de Dios para la sexualidad explora lo que Dios tiene que decir al respecto y te ofrece esperanza para sentirte realizado y completo en esta importante área de tu vida.