Salmo 46:8-9

8Venid, ved las obras del Señor, que ha puesto asolamientos en la tierra.9Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, y quema los carros en el fuego.

 

Estamos invitados a venir y ver las obras del Señor. Mira lo que el Señor ha hecho y está haciendo. Nunca está de más hacerlo. A veces, vemos las obras del Señor de manera visible en nuestro mundo, y otras veces, vemos con los ojos de la fe su obra profunda en el corazón de las personas. Este pasaje nos invita a ver la devastación o el juicio del Señor sobre la tierra; cómo Dios ha derribado a los poderosos y a los reinos para que pueda haber paz: «serenidad al otro lado del juicio» (Kidner). Dios es un Dios de paz, y un día, establecerá «en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres» (Lucas 2:14).

A medida que esta pandemia empeore, veremos lo mejor y lo peor de la humanidad. Lo peor probablemente incluirá caos, anarquía y conflictos violentos. Las personas egoístas y temerosas cometerán actos de violencia contra otros. El versículo 8 nos recuerda que el Señor hará grandes obras; obras que traerán paz. Esto es lo que Dios desea. El Señor está en guerra con la agitación y la violencia que transforman a los seres humanos valiosos en obstáculos y enemigos. El versículo 9 lo explica.

Un día, Dios vencerá a todos sus enemigos y destruirá sus armas: arcos, lanzas y carros (otra posibilidad sería «escudos»). Él hará que las personas dejen de pelear. Todo padre sabe lo doloroso que es que sus hijos se peleen. Es una daga al corazón. Un día, Dios traerá paz universal a la tierra. Cuando el reino de Dios haya llegado de forma plena y final, un reino inaugurado por Jesús, las guerras cesarán (lee Isaías 11 o Apocalipsis 21–22).

Para aquellos que tienen una relación personal con Jesús el Mesías, Dios comienza su obra profunda de paz ahora. Tenemos una comunidad de miembros del reino. Los amamos y nos aman. Ahora vemos cuánto damos por sentado juntarnos como pueblo de Dios, poder estar y servir juntos y servir. Pronto, volveremos a estar juntos. Mientras tanto, estos versículos nos animan a ser ahora, tanto como podamos, ejemplos de la paz de Dios. En cada interacción que tengamos con otros, podemos ser ejemplos de sumisión al Dios de paz y amar a los demás profundamente.

Oración: Padre, a medida que la situación empeore, aquellos que no te conocen ni han experimentado el consuelo y la paz que nos das se volverán cada vez más desesperados, egoístas y violentos. Que esto no nos tome por sorpresa, Señor. Recuérdanos que oremos por todo, que llevemos todo delante de tu trono. Recuérdanos que seamos agentes de paz siempre que podamos. Más que nada, recuérdanos que, un día, destruirás las armas de guerra, físicas y espirituales, y darás lugar a tu nueva creación, donde el Príncipe de paz reina sobre todo. Amén.