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Articles by Xochitl Dixon

¡Puedo verte!

La oftalmóloga ayudó a Andrés, de tres años de edad, a ponerse sus primeras gafas. «Mira al espejo», dijo. Andrés se vio reflejado y miró a su padre con una sonrisa alegre y tierna. Después, el padre secó las lágrimas que caían por las mejillas de su hijo, y preguntó: «¿Qué pasa?». Andrés abrazó el cuello de su padre y dijo: «Te puedo ver». Levantó la cabeza y miró fijo los ojos de su padre: «¡Te puedo ver!».

El corazón del dador

Cuando nos íbamos de Wisconsin, mi amiga trajo a su hija Kinslee, de cuatro años, para despedirse. «No quiero que se vayan», dijo. La abracé y le regalé un abanico pintado a mano, de mi colección. «Cuando me extrañes, usa este abanico y recuerda que te amo». Ella preguntó si podía quedarse con otro: uno de papel. «Ese está roto —dije—. Quiero que tengas el mejor». No lamenté darle el mejor porque verla feliz me hacía feliz a mí. Más tarde, Kinslee le dijo a su mamá que estaba triste porque me había quedado con el roto, y me enviaron uno flamante y hermoso. Después de dar con generosidad, la pequeña se sintió feliz de nuevo. Y yo también.

Tal como Jesús

En 2014, unos biólogos capturaron en Filipinas una pareja de caballitos de mar pigmeos anaranjados y los llevaron a la Academia de Ciencias de San Francisco, California, junto con un trozo de gorgonia anaranjada donde vivían. Querían saber si estas criaturas marinas nacían con el color de sus padres o el de su hábitat. Cuando nacieron unas crías de color marrón opaco, los científicos pusieron una gorgonia púrpura en el tanque. Las crías, cuyos padres eran anaranjados, cambiaron a un color púrpura semejante a la gorgonia. Por su naturaleza frágil, su supervivencia depende de la habilidad que Dios les dio de mimetizarse.

El poder de Cristo

En 2013, unos 600 espectadores observaron al trapecista Nik Wallenda cruzar sobre una cuerda tensada un desfiladero de 450 metros de ancho cerca del Cañón del Colorado. Wallenda dio el primer paso y agradeció a Dios por el paisaje, mientras la cámara en su cabeza apuntaba hacia el valle abajo. Cruzó con tanta calma como si estuviera paseando por una acera. Cuando el viento se volvió peligroso, se detuvo y se agachó. Luego, recuperó el equilibrio y dio gracias a Dios por «calmar ese cable». En cada paso, demostró su dependencia del poder de Cristo a todos los que han escuchado, entonces y ahora, al mirar el video.

Dios fiel siempre

Cuando Xavier estaba en la escuela primaria, lo llevaba y lo traía en auto. Un día, las cosas no salieron según lo planeado y llegué tarde a buscarlo. Oraba desesperada mientras corría hacia su aula de clases, donde lo encontré abrazado a su mochila y sentado junto a una maestra. «Perdón, mijo. ¿Estás bien?». Suspirando, dijo: «Estoy bien, pero enojado contigo porque llegaste tarde». ¿Cómo culparlo? Yo también estaba enojada conmigo. Amaba a mi hijo, pero sabía que lo decepcionaría muchas veces. También sabía que, algún día, él se decepcionaría de Dios. Entonces, me esforcé para enseñarle que Dios nunca ha roto ni romperá una promesa.

Requiere Gracia Extra

Mientras decorábamos la iglesia para un evento especial, la mujer encargada se quejó de mi inexperiencia. Después de que se fue, otra mujer se me acercó y dijo: «No te preocupes. Ella es lo que llamamos una R. G. E.: Requiere Gracia Extra».

Imita a Jesús

Un «maestro del disfraz» vive en las aguas de Indonesia y la Gran Barrera de Coral. El pulpo mimo puede cambiar el pigmento de su piel para mezclarse con su entorno. Esta inteligente criatura también cambia su forma, patrones de movimiento y comportamiento cuando se ve amenazada, imitando animales tales como el venenoso pez león e incluso las mortales serpientes de mar.

Paso a paso

Varios equipos de tres integrantes se preparaban para la carrera de cuatro patas. Los de los costados tenían las rodillas y los tobillos atados al del medio; todos mirando fijo hacia la línea de llegada. Cuando sonó el silbato, empezaron a avanzar. La mayoría se cayó y luchó para volver a pararse. Algunos decidieron saltar en vez de caminar. Otros abandonaron. Pero un equipo esperó para salir, estableció un plan y se comunicó mientras avanzaban. Tambalearon un poco, pero siguieron y, pronto, pasaron a los demás. Su voluntad de cooperar, paso a paso, les permitió cruzar juntos la meta.

Al alcance de Dios

Después de que una oficial me palpara, entré en la cárcel, firmé la planilla de las visitas y me senté en un salón lleno de gente. Oré en silencio mientras observaba a los adultos que se movían inquietos y suspiraban, y a los niños que se quejaban por la espera. Más de una hora después, un guardia armado llamó por nombre a algunas personas de la lista, incluida yo. Nos guio a otro cuarto e indicó que nos sentáramos. Cuando mi hijastro se sentó del otro lado de un vidrio grueso y tomó el teléfono, mi desesperación me abrumó. Pero mientras lloraba, Dios me aseguró que mi hijastro aún estaba a su alcance.

Dios ve, entiende y se interesa

Vivir con dolor y fatiga crónicos hace que uno se sienta aislado y solo. A menudo, me he sentido invisible ante Dios y los demás. Durante una caminata de oración una mañana, luchaba con estos sentimientos. A lo lejos, noté un globo aerostático. Las personas que iban en el canasto podían disfrutar de una vista panorámica de nuestro vecindario, pero no me veían a mí. Suspiré mientras seguía caminando junto a las casas de mis vecinos. ¿Cuántas personas detrás de esas puertas se sentían invisibles e insignificantes? Terminé mi caminata y le pedí a Dios que me diera oportunidades de decirles a mis vecinos que los veo y me intereso por ellos, y que Él también lo hace.