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Articles by Tim Gustafson

¿Quién soy?

Kizombo miraba la fogata, mientras pensaba en grandes preguntas de su vida: ¿Qué he logrado? La respuesta llegó rápidamente: No mucho. De vuelta en su tierra natal, servía en la escuela que su padre había fundado en la selva. También estaba intentando escribir la potente historia de su padre, que había sobrevivido dos guerras civiles: ¿Quién soy yo para hacer todo esto?

Todas las respuestas

Dale Earnhardt Jr. describe el terrible momento en que dio cuenta de que su padre se había ido. El legendario corredor de autos acababa de morir en un horroroso accidente al final de las 500 millas de Daytona, en la que ambos habían participado. «Allí está ese ruido que sale de mí que no puedo recrear —dijo el joven Earnhardt—. Ese bramido de conmoción y tristeza… y de miedo». Y luego, la solitaria verdad: «Voy a tener que seguir con esto solo. Tener a papá era como tener apuntes de repaso y saber todas las respuestas».

El mensaje de los profetas

Antes del campeonato mundial de béisbol en 1906, el periodista deportivo Hugh Fullerton hizo una astuta predicción: los Chicago Cubs, que supuestamente ganarían, perderían el primer y tercer partido, y ganarían el segundo. Ah, y que en el cuarto, llovería. Y acertó todo. Luego, en 1919, su talento analítico le mostró que ciertos jugadores estaban perdiendo partidos intencionalmente. Sospechaba que habían sido sobornados por apostadores. La opinión pública lo ridiculizó. Pero de nuevo, tuvo razón.

Perder todo

El momento no podría haber sido peor. Después de hacer una pequeña fortuna dirigiendo obras de puentes, monumentos y edificios grandes, César aspiraba a un nuevo emprendimiento. Entonces, vendió su empresa y colocó el dinero en el banco, planeando invertirlo pronto. Durante ese breve lapso, su gobierno se apoderó de todas la cuentas bancarias privadas, y en un instante, todos sus ahorros se evaporaron.

Testigos

En su poema The Witnesses [Los testigos], Henry Wadsworth Longfellow describió un barco de esclavos hundido. Al mencionar «esqueletos encadenados», se lamenta de las incontables víctimas anónimas de la esclavitud. La última estrofa dice: «Este es el infortunio de los Esclavos, / que miran con furor desde el abismo, / clamando desde sepulcros desconocidos; / ¡Nosotros somos los Testigos!» (trad. libre).

Plan a largo plazo

Cuando el país de Tun sufrió un golpe de Estado, los militares comenzaron a perseguir a los creyentes en Jesús y a matar sus animales. Tras perder el ganado, sus parientes se marcharon a otros países. Durante nueve años, Tun vivió en un campamento de refugiados. Sabía que Dios estaba con él, pero durante la separación, murieron dos familiares, y eso lo desalentó

Hacer algo correcto

La carta de Jason, un preso, nos sorprendió. Mi esposa y yo criamos cachorros para que se conviertan en perros de asistencia. Una cachorra ya estaba lista para la segunda etapa de entrenamiento, que estaba a cargo de reclusos capacitados para esa tarea. Su carta expresaba cuánto lamentaba su pasado, pero agregaba: «Snickers es el decimoséptimo perro que entreno, y es el mejor. Cuando me mira, siento que finalmente estoy haciendo algo bien».

Dinero fácil

A finales del siglo xviii, un hombre descubrió una depresión misteriosa en la isla Oak, en Nueva Escocia. Suponiendo que los piratas habían enterrado allí un tesoro, con dos compañeros empezaron a cavar. Nunca encontraron nada, pero el rumor continuó vivo. Durante siglos, otros han seguido cavando, invirtiendo gran cantidad de tiempo y dinero. Ahora, el pozo tiene más de 30 metros de profundidad.

Dioses robados

A Ekuwa le habían robado una figura de madera —un dios doméstico—, y lo informó a las autoridades. Creyendo que habían encontrado el ídolo, los oficiales de policía la llamaron para identificarlo. «¿Es este tu dios?», preguntaron. Con tristeza, ella respondió: «No, mi dios es mucho más grande y hermoso».

Hilos demasiado cortos

La mesura de la tía Margarita era famosa. Después de su muerte, sus sobrinas comenzaron con la tarea nostálgica y agridulce de separar sus pertenencias. En un cajón, prolijamente ordenados en una bolsita de plástico, encontraron varios cordeles, con una etiqueta que decía: «Hilos demasiado cortos para usar».