Retraso no significa nunca
Los cumpleaños de mis hijos son en diciembre. Cuando eran pequeños, uno de ellos aprendió rápidamente que, si no recibía un anhelado juguete para su cumpleaños a principios de mes, tal vez lo tendría como regalo de Navidad. Y el otro, si no lo recibía para Navidad, podía aparecer cuatro días después, para su cumpleaños. Que haya un retraso no significa que algo nunca sucederá.
Descansar en Dios
Eran nuestras últimas vacaciones en familia antes de que nuestro hijo mayor fuera a estudiar a la universidad. Mientras nos sentábamos en el banco trasero de una pequeña iglesia junto al mar, se me llenó el corazón de amor al ver uno al lado del otro a mis cinco hijos, bastante bien arreglados. Pensando en las presiones y los desafíos que enfrentaría cada uno, oré en silencio: Señor, por favor, protégelos espiritualmente y que se mantengan cerca de ti.
El fundamento correcto
«Tengo malas noticias —dijo el constructor que estaba restaurando una casa vieja que yo había heredado—. Cuando empezamos a convertir la mitad posterior del garaje en su oficina, descubrimos que las paredes casi no tienen cimientos. Tendremos que demolerlas, cavar un cimiento adecuado y volver a empezar».
El juego de la culpa
Cuando el esposo de Julia la dejó por otra mujer, ella juró que nunca conocería a su nueva esposa. Pero, cuando se dio cuenta de que su amargura perjudicaba la relación de sus hijos con el padre, le pidió al Señor que la ayudara a dar el primer paso para superar ese sentimiento frente a una realidad que ella no podía cambiar.
No se olvida de mí
Esperar resulta siempre difícil; pero, cuando pasan días, semanas y meses sin que nuestras oraciones parezcan tener respuesta, es fácil creer que Dios se ha olvidado de nosotros. Quizá podamos enfrentar el día envueltos en sus distracciones, pero, durante la noche, cuesta el doble luchar contra nuestras ansiedades. Las preocupaciones parecen inmensas y los horas de oscuridad, interminables. El agotamiento hace que parezca imposible enfrentar el nuevo día.