Guarda silencio
Después de acomodarme en la cámara, con mi cuerpo flotando cómodamente en el agua, el cuarto se oscureció y la música suave que sonaba de trasfondo se detuvo. Había leído que los tanques de aislamiento eran terapéuticos y aliviaban el estrés y la ansiedad. Pero esto no se parecía a nada que ya conociera. Sentí que el caos del mundo había desaparecido y que podía oír claramente mis pensamientos más íntimos. Me fui equilibrada y rejuvenecida, recordando que hay poder en el silencio.
El poder de la voz
Los oradores más influyentes de la historia han sido aquellos líderes que usaron su voz para producir cambios positivos. Piensa en Frederick Douglass, cuyos discursos sobre la abolición y la libertad desencadenaron un movimiento que ayudó a terminar con la esclavitud en los Estados Unidos. ¿Qué habría sucedido si se quedaba callado? Todos tenemos la capacidad de usar nuestra voz para inspirar y ayudar a otros, pero el miedo a hablar puede ser paralizante. Cuando este temor nos abrume, podemos acudir a Dios, nuestra fuente de sabiduría divina y aliento.
Salto de fe
Mientras me preparaba para lanzarme en una tirolina desde el punto más alto de una selva en la Isla de Santa Lucía, en el Caribe, temblaba de miedo. Segundos antes de saltar de la plataforma, pensé en todo lo que podría salir mal. Pero reuní todo el coraje posible y salté. Me deslicé entre los frondosos árboles, con mi cabello volando con el viento y mi preocupación desapareciendo lentamente. Mientras la gravedad me movía, pude ver más claramente la plataforma y, tras parar con suavidad, supe que había llegado sin problemas.
El Dios que restaura
El 4 de noviembre de 1966, una inundación desastrosa arrasó Florencia, Italia, y dejó sumergida la renombrada obra de arte de Giorgio Vasari, La última cena, durante más de doce horas. Como la pintura se había ablandado y el marco de madera estaba significativamente dañado, muchos creyeron que no tenía reparación. Sin embargo, después de un tedioso esfuerzo de conservación de cincuenta años, expertos y voluntarios pudieron restaurar la valiosa pintura.
Reconciliar las relaciones
Cuando éramos más jóvenes, mi hermana y yo discutíamos con frecuencia, pero recuerdo en especial una ocasión. Después de gritarnos cosas hirientes, ella dijo algo que, en ese momento, me pareció imperdonable. Mientras la situación empeoraba, mi abuela nos recordó que debíamos amarnos la una a la otra: «Dios les dio una hermana en la vida. Tienen que mostrarse mutuamente un poco de gracia». Cuando le pedimos a Dios que nos llenara de amor y comprensión, Él nos ayudó a reconocer cómo nos habíamos herido y a perdonarnos.
Encontrar fortaleza en Dios
El futbolista Christian Pulisic sufrió varias lesiones que afectaron su profesión. Cuando supo que no sería titular en las semifinales de la Champions League, se decepcionó, pero describió cómo se le reveló Dios: «Como siempre, acudo a Dios, y Él me fortalece. Siento que siempre tengo a Alguien conmigo. No sé cómo enfrentaría las cosas sin ese sentimiento». Al final, cuando entró en lugar de otro jugador, inició una inteligente jugada que terminó en el gol para ganar el partido y le aseguró al equipo la participación en la final del campeonato. Esas experiencias le enseñaron una lección valiosa: siempre podemos ver nuestras debilidades como oportunidades de que Dios revele su poder ilimitado.
Renovación espiritual
La medicina china ha usado la exfoliación con polvo de perlas durante miles de años, quitando las células muertas que quedan en la superficie de la piel. En Rumania, los tratamientos con barro se han vuelto muy requeridos por sus efectos rejuvenecedores para tener una piel radiante. Estos métodos para el cuidado corporal se usan en todo el mundo.
Seguir aun agotado
«Creo que ya no puedo seguir en esto», dijo entre lágrimas mi amiga ante la abrumadora sensación de desesperanza que enfrentaba como enfermera en una crisis sanitaria global. Confesó: «Sé que Dios me ha llamado a ser enfermera, pero estoy emocionalmente exhausta». Al ver su agotamiento, respondí: «Sé que estás desesperada, pero pídele a Dios que te dé fortaleza para perseverar». Entonces, decidió orar a Dios sobre este tema específicamente; y poco después, un renovado sentido de propósito la fortaleció. No solo siguió como enfermera, sino que Dios también le dio fuerzas para ayudar a más personas en otros hospitales del país.
Extender la mano
En una publicación reciente, la bloguera Bonnie Gray relató el momento en que una tristeza abrumadora comenzó a inundar su corazón: «De repente, durante el capítulo más feliz de mi vida, […] empecé a tener ataques de pánico y depresión». Trató de encontrar diferentes maneras de resolverlo, pero pronto se dio cuenta de que no era suficientemente fuerte para manejarlo sola: «No quería que nadie cuestionara mi fe, así que no dije nada y oraba para que mi depresión se fuera. Pero Dios quiere sanarnos, no avergonzarnos ni hacer que escondamos nuestro dolor». Gray encontró la curación en el solaz de la presencia de Dios; Él fue su ancla en medio de las olas que amenazaban hundirla.
Una obra de amor
La Dra. Rebecca Lee Crumpler fue la primera mujer afroamericana en obtener un título en medicina. Aun así, durante su vida (1831-1895), recuerda ser «ignorada, menospreciada y considerada insignificante». No obstante, siguió consagrada a curar y cumplir su propósito. Afirmaba que, aunque algunos la juzgaran por su raza y género, siempre tendría una «disposición renovada y valiente para ir cuando y dondequiera el deber la llamara». Creía que brindar atención médica a mujeres, niños y esclavos liberados era una manera de servir a Dios. Lamentablemente, solo casi 100 años después recibió el reconocimiento formal por sus logros.