Practica estas cosas
Mientras ayudaba a mi hijo con su tarea de matemáticas, me pareció que no le entusiasmaba mucho repetir problemas sobre el mismo asunto. «¡Ya entendí, papá!», insistía, esperando que le permitiera dejar de hacerla. Entonces, le explicaba que un concepto no es más que eso hasta que aprendemos a ponerlo en práctica.
Ya no más tú
En el verano de 1859, Charles Blondin se convirtió en la primera persona en cruzar las cataratas del Niágara sobre una cuerda floja; algo que siguió haciendo cientos de veces. Una vez, lo hizo con su representante Harry Colcord sobre sus hombros. Blondin le dio a Colcord estas instrucciones: «Mira, Harry […], ya no eres más Colcord, eres Blondin. […] Si yo me balanceo, balancéate conmigo. No intentes equilibrarte. Si lo haces, ambos iremos camino a la muerte».
El problema interior
Hace años, un pájaro carpintero comenzó a picar el costado de nuestra casa. Pensamos que el problema era solo externo, pero un día, mi hijo y yo subimos al altillo, y un pájaro pasó volando frente a nuestros rostros sorprendidos. El problema era peor de lo sospechado: estaba dentro de nuestra casa.
Alza tus ojos
Las nubes bajas bloqueaban el horizonte y limitaban la visibilidad a unos pocos cientos de metros. El efecto sobre mi humor se veía. Pero al rato, las nubes comenzaron a abrirse y allí lo vi: el hermoso Pikes Peak, el emblema de la ciudad, flanqueado por dos cadenas de montañas. Una sonrisa me cambió la cara. Pensé que aun nuestra perspectiva física puede afectar nuestra visión espiritual, y recordé la canción del salmista: «Alzaré mis ojos a los montes» (Salmo 121:1). A veces, ¡lo único que necesitamos es levantar un poco más la mirada!
Una canción en la noche
El sol acababa de ponerse cuando, de repente, se cortó la luz. Estaba en casa con nuestros dos hijos menores, y era la primera vez que ellos experimentaban la falta de electricidad. Después de averiguar en la compañía eléctrica qué pasaba, busqué algunas velas, y los niños y yo nos amontonamos alrededor de las llamas parpadeantes. Ellos parecían nerviosos e inquietos, así que empezamos a cantar. Al momento, las miradas de preocupación en sus rostros fueron reemplazadas por sonrisas. A veces, en nuestros momentos más oscuros, necesitamos una canción.
El siervo verdadero
En 27 a.C., el gobernante romano Octavio se presentó ante el Senado para dimitir de su cargo. Había ganado una guerra civil, era la única autoridad de esa región del mundo y estaba oficiando de emperador. Sin embargo, sabía que su poder se consideraba sospechoso, así que renunció y juró ser simplemente un oficial público. ¿La respuesta del Senado? Lo honraron otorgándole una corona civil y nombrándolo siervo del pueblo romano. Y también lo llamaron Augusto: el «grande».
Una falsa seguridad
Hace unos años, mi médico me habló duramente sobre mi salud. Tomé en serio sus palabras y empecé a ir al gimnasio y ajustar mi dieta. Con el tiempo, tanto mi colesterol como mi peso bajaron, y aumentó mi autoestima. Pero después, empecé a notar los hábitos alimentarios de los demás y a juzgarlos. Es interesante que cuando encontramos un sistema de valoración que nos conviene, lo usamos para elevarnos y rebajar a los demás.
Lento pero seguro
Me encontré con un viejo amigo que me dijo lo que había estado haciendo, pero confieso que me pareció demasiado bueno para ser cierto. Sin embargo, pocos meses después, su banda estaba por todas partes: desde ocupar los primeros puestos de música en la radio hasta tener una canción exitosa como fondo en publicidades de televisión. Su salto a la fama fue meteórico.
Empieza con el final
«¿Qué quieres ser cuando seas grande?», solían preguntarme cuando era chico. Y las respuestas cambiaban como el viento: doctor, bombero, misionero, líder de canto, físico… o en realidad, ¡MacGyver! (un personaje favorito de televisión). Ahora, como padre de cuatro hijos, pienso cuán difícil les debe de resultar que les hagan esa pregunta. Hay momentos en que quiero decir: «¡Yo sé en qué te vas a destacar!». A veces, los padres ven más en sus hijos que lo que estos pueden ver en sí mismos.
Aleta amigable
Una bióloga marina estaba nadando cerca de las islas Cook, en el Pacífico Sur, cuando una ballena jorobada de unos 22.700 kilos apareció y la cubrió con su aleta. Pensó que iba a morir. Pero la ballena, después de nadar lentamente en círculos, se fue. En ese momento, la bióloga vio que un tiburón tigre se alejaba. Ella cree que la ballena estaba protegiéndola del peligro.