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Articles by David H. Roper

Fracasar de nuevo

En la época en que preparaba sermones, algunos domingos por la mañana me sentía como un pobre gusano. No había sido el mejor esposo, padre ni amigo. Creía que antes de que Dios pudiera utilizarme otra vez, tenía que cumplir con una serie de requisitos de rectitud. Entonces, prometía dar el mensaje lo mejor posible y tratar de vivir mejor la semana siguiente.

Fiel hasta la cosecha

Una mujer que conozco organizó un evento en un parque local e invitó a participar a todos los niños del vecindario. Estaba entusiasmada con la oportunidad de compartir su fe con sus vecinos. Reclutó a sus tres nietos y a dos estudiantes secundarios para que la ayudaran, les asignó tareas, organizó varios juegos y actividades, preparó comida y una historia…

Hacer el tonto

La experiencia más humillante que tuve fue cuando hablé ante profesores, estudiantes y amigos para el 50.° aniversario de un seminario. Caminé hacia el atril con mi manuscrito en la mano y miré a la multitud, pero mi ojo se enfocó en los distinguidos profesores sentados en la primera fila, con vestimenta académica y aspecto muy serio. Al instante, me…

Danzar delante del Señor

Hace unos años, Carolyn y yo visitamos una pequeña iglesia en la que una mujer empezó a danzar en el pasillo durante la reunión de alabanza. Poco después, otros se le unieron. Carolyn y yo nos miramos, y sin decirnos palabra, acordamos: «¡Yo no!». Ambos venimos de tradiciones eclesiásticas que sostienen una liturgia sobria, y esta forma de adoración iba más…

No hace falta fuerza

Con mi padre, solíamos tirar abajo árboles y cortarlos con una sierra de corte transversal. Como yo era joven y dinámico, trataba de forzar la sierra para que cortara, pero mi padre me decía: «No hace falta fuerza. Deja que la sierra haga el trabajo».

Pienso en las palabras de Pablo a los filipenses: «Dios es el que en vosotros produce» (2:13).…

El supuesto leñador

Un año, cuando estaba en la universidad, cortaba, apilaba, vendía y repartía leña. Era un trabajo duro; por eso, siento empatía por los desventurados leñadores de 2 Reyes 6.

La escuela de profetas de Eliseo había prosperado, y su lugar de reunión había quedado chico. Alguien sugirió ir al bosque, cortar leña y agrandar el local. Eliseo estuvo de acuerdo y…

El ratón que rugía

Hace varios años, mis hijos y yo pasamos unos días acampando en Selway-Bitterroot Wilderness, en Idaho. Allí habitan los osos pardos, pero llevamos repelente para osos, manteníamos limpio el campamento y esperábamos no encontrarnos con ninguno.

Una noche, ya tarde, escuché a mi hijo Randy tratando de salir de su bolsa de dormir. Tomé la linterna y la encendí, esperando verlo en…

Un viejo vaso de barro

A través de los años, he adquirido muchas vasijas de arcilla. Mi preferida se excavó en un sitio de la época de Abraham. ¡Es, al menos, una de las cosas en nuestra casa más vieja que yo! No tiene mucho para apreciar: manchada, agrietada y con necesidad una buena limpieza. La conservo para recordar que soy solo un hombre hecho…

Una deficiencia diseñada

Al este de Jerusalén brota un manantial natural. En la antigüedad, era el único suministro de agua de la ciudad y se encontraba fuera de los muros. Por lo tanto, era el punto de mayor vulnerabilidad, ya que significaba que la supuesta ciudad impenetrable podía ser obligada a rendirse si un atacante desviaba o detenía esa corriente de agua.

Un camino desconocido

Me viene a la mente la década de 1960, cuando ministraba a estudiantes de la Universidad Stanford. Había sido alumno de educación física en ese lugar y me había divertido mucho, pero no quedó constancia de haberme destacado. Me sentía totalmente inepto para mi nuevo cargo. Casi todos los días, caminaba por el campus como un hombre ciego tanteando en la oscuridad, pidiéndole a Dios que me mostrara qué hacer. Un día, apareció de repente un estudiante y me pidió que liderara un estudio bíblico en su fraternidad. Y así empezó todo.