Our Authors

ver todo

Articles by Amy Boucher Pye

Tristeza y alegría

Después de la muerte repentina de su sobrino, Angela y sus dos hermanas se reunieron alrededor de la mesa de la cocina durante tres días, y solo se levantaron para comprar una urna, algo de comida y asistir al funeral. Mientras lloraban por su muerte, también se regocijaban por las fotos de la ecografía de una nueva vida que crecía dentro de la hermana menor.

Un amor mayor

Pocos días antes de Semana Santa, cuando los cristianos recuerdan el sacrificio de Jesús y celebran su resurrección, un terrorista irrumpió en un supermercado en el sudoeste de Francia, abrió fuego y mató a dos personas. Después de negociar, liberó a todos los rehenes menos a una, a la que convirtió en un escudo humano. Sabiendo del peligro, el oficial de policía Arnaud Beltrame hizo lo impensable: se ofreció para ocupar el lugar de la mujer. El criminal la liberó, pero en el altercado, Beltrame fue herido y más tarde murió.

Un oasis refrescante

Cuando Andrés y su familia hicieron un safari en Kenia, tuvieron el placer de ver diversos animales que frecuentaban un pequeño lago en un terreno irregular. Jirafas, ñus, hipopótamos y aves acuáticas viajaban a esta fuente de agua vivificante. Mientras observaba, Andrés pensó que «la Biblia es como un bebedero divino»; no solo una fuente de sabiduría y guía, sino un oasis refrescante donde personas de todas las esferas de la vida pueden apagar su sed.

Agua de vida

La vida familiar de Andrea era inestable, y se marchó a los catorce años y buscó trabajo. Como anhelaba amor y afirmación, más adelante fue a vivir con un hombre que la introdujo en el mundo de las drogas, lo cual se sumó al alcohol que ya bebía. Sin embargo, la relación y las sustancias no satisfacían sus anhelos. Siguió buscando, y después de varios años, conoció a unos creyentes en Jesús que le ofrecieron orar por ella. Unos meses después, por fin encontró a Aquel que saciaría su sed de amor: Jesús.

El buen Pastor

Cuando el pastor Warren se enteró de que un hombre de su iglesia había abandonado a su familia, le pidió a Dios que lo ayudara a encontrarse con él para poder conversar. ¡Y así fue! Cuando Warren entró a un restaurante, divisó al hombre en una mesa cercana. «¿Hay lugar para otro hombre hambriento?», preguntó; y al rato, estaban en medio de una conversación profunda y oraron juntos.

Liberación del foso de los leones

Cuando Taher y su esposa Donya creyeron en Jesús, sabían sobre el riesgo de persecución en su tierra natal. De hecho, un día, Taher fue encarcelado y culpado de apostasía. Antes del juicio, ambos acordaron que no traicionarían a Jesús.

Amigos de por vida

El poeta inglés William Cowper encontró un amigo en su pastor, John Newton. Cowper sufría de depresión y ansiedad, y trató de suicidarse varias veces. Cuando Newton lo visitaba, caminaban y hablaban de Dios. El pastor pensó que a Cowper lo beneficiaría mucho usar su creatividad y tener una razón para escribir sus poesías, así que decidió compilar un himnario, el cual incluyó muchas de sus canciones; entre ellas, «Dios se mueve de una manera misteriosa». Cuando Newton se trasladó a otra iglesia, ambos continuaron una fuerte amistad y se escribieron con regularidad durante el resto de la vida de Cowper.

Esperanzas y anhelos

Cuando me mudé a Inglaterra, la celebración norteamericana de Acción de Gracias se transformó en un jueves más de noviembre. Aunque anhelaba estar con amigos y familiares aquel día, entendía que no era la única. Todos anhelamos estar con seres queridos en ocasiones especiales. Y aun cuando celebramos, tal vez extrañemos a alguien que no está, o quizá oremos por paz para nuestra familia dividida.

Amar a nuestro prójimo

Durante el aislamiento en la pandemia del coronavirus, las palabras de Martin Luther King Jr. en su «Carta desde una cárcel de Birmingham» son muy ciertas. Destacó: «Estamos atrapados en una red ineludible de mutualidad, atados en una sola prenda de destino. Cualquier cosa que afecta a uno directamente nos afecta a todos indirectamente».

Cambio verdadero

Criado en un hogar turbulento de Londres, Claudio empezó a vender marihuana a los 15 años y heroína a los 25. Para ocultar sus actividades, se convirtió en mentor de jóvenes. Poco después, su supervisor, un creyente en Jesús, comenzó a hablarle, y Claudio quiso saber más. Tras asistir a un curso sobre la fe cristiana, «retó» a Cristo a entrar en su vida. «Sentí tanto su presencia afectuosa —dijo—. La gente vio un cambio en mí de inmediato. ¡Era el traficante de drogas más feliz del mundo!».